Muchas personas te dirán que lo peor que te puede pasar en esta vida es enfermarte o morirte, pero nosotros podemos darnos cuenta que no es así. Lo peor que nos puede pasar es que pequemos, pues perder la posibilidad de ir al cielo, sería tragedia eterna.
Como hemos visto: esta vida es la oportunidad para llegar al cielo y el pecado precisamente nos aleja de Dios y del cielo. La enfermedad obviamente nos cuesta mucho, sí, pero no tanto como perder nuestro destino eterno. Cristo, cuando hizo las curaciones hizo referencia al perdón del pecado, por ejemplo con el paralítico, "Cristo le dijo: ’tus pecados están perdonados’" y luego le curo de su enfermedad, haciendo ver que lo peor del mal en el mundo es el pecado.
La enfermedad es algo difícil, sí, pero que se acaba, ya sea con la salud o con la muerte. El pecado es algo terrible que debemos desarraigar de nuestra vida.
Como hemos visto: esta vida es la oportunidad para llegar al cielo y el pecado precisamente nos aleja de Dios y del cielo. La enfermedad obviamente nos cuesta mucho, sí, pero no tanto como perder nuestro destino eterno. Cristo, cuando hizo las curaciones hizo referencia al perdón del pecado, por ejemplo con el paralítico, "Cristo le dijo: ’tus pecados están perdonados’" y luego le curo de su enfermedad, haciendo ver que lo peor del mal en el mundo es el pecado.
La enfermedad es algo difícil, sí, pero que se acaba, ya sea con la salud o con la muerte. El pecado es algo terrible que debemos desarraigar de nuestra vida.
Muchos de nosotros también pensamos que al que es bueno no debería pasarle nada malo. Jesucristo, la inocencia misma, el más justo y santo que haya vivido en esta tierra, sufrió por nosotros. Su sufrimiento fue salvación nuestra. Las enfermedades nos pueden llevar a la salvación.
Ese es el secreto que tiene nuestra religión: Cristo con su sufrimiento inocente, nos enseñó que el dolor, ofrecido por la salvación de las almas tiene un sentido y un valor maravilloso. De ahí viene la palabra "sacrificio", del verbo sacrum-facere, que significa "hacer sagrado". El sufrimiento sin ofrecerlo es solamente dolor, en cambio, ofreciéndolo tiene un valor de salvación. Convertir el sufrimiento en sacrificio para alcanzar nuestra salvación y la de los demás. Unir nuestro sufrimiento al de Cristo para que tenga un valor infinito. Hacernos partícipes de los sufrimientos de Cristo para la salvación del mundo.
Autor: Catholic.net
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