31 de diciembre de 2009

Un año nuevo, no es cualquier cosa


Todos desean a los demás y a sí mismos un buen año, pero pocos luchan por obtenerlo.

Empezar un nuevo año, como si fuera cualquier cosa, es una enorme torpeza. Un año de vida es un regalo demasiado grande para echarlo a perder.

¿Alguna vez has sentido en lo más hondo de tu ser ese deseo profundo y enorme de mejorar o de cambiar? Si es así, no dejes que el deseo se escape, porque no todos los días lo sentirás. Si hoy sientes esa llamada a querer ser otro, a ser distinto, atrápala con fuerza y hazla realidad.

El inicio de un nuevo año es el momento para reunir las fuerzas y toda la ilusión para comenzar el mejor año de la vida, porque el que se proponga convertir éste en su mejor año, lo puede lograr.

El año nuevo es una oportunidad más para transformar la vida, el hogar, el trabajo en algo distinto. «Quiero algo diferente, voy a comenzar bien; así será más fácil seguir bien y terminar bien. Quizá el año pasado no fue mi mejor año, me dejó un mal sabor de boca. Éste va a ser distinto, quiero que así sea; es un deseo, es un propósito, y no lo voy a echar a perder.


Tengo otra oportunidad que no voy a desperdiciar, porque la vida es demasiado breve».


¿Quién es capaz de decir?: "Desde hoy, desde este primer día, todo será distinto" En mi hogar me voy a arrancar ese egoísmo que tantos males provoca; voy a estrenar un nuevo amor a mi cónyuge y a mi familia; seré mejor padre o madre. Seré también distinto en mi trabajo, no porque vaya a cambiar de trabajo, sino de humor. En él incluso voy a desempolvar mi fe, esa fe arrumbada y llena de polvo; voy a poner un poco más de oración, de cielo azul, de aire puro en mi jornada diaria. Ya me harté de vivir como he vivido, de ser egoísta, tracalero, injusto. Otro estilo de vida, otra forma de ser. ¿Por qué no intentarlo?”

En los ratos más negros y amargos, llenos de culpa, piensas: «¿Por qué no acabar con todo? Pero en esos mismos momentos se puede pensar otra cosa: ¿Por qué no comenzar de nuevo?».

Algunos ven que su vida pasada ha sido gris, vulgar y mediocre, y su gran argumento y razón para desesperarse es: «He sido un Don Nadie, ¿qué puedo hacer ya?» Pero otros sacan de ahí mismo el gran argumento, la gran razón para el cambio radical positivo: «No me resigno a ser vulgar; quiero resucitar a una vida mejor, quiero luchar, voy a trabajar, quiero volver a empezar».


Un año recién salido de las manos del autor de la vida es un año que aún no estrenas. ¿Qué vas a hacer con él? El año pasado ¿no te gustó?, ¿no diste la medida? Con éste ¿qué vas a hacer? Un nuevo año recién iniciado: todo comienza, si tú quieres; todo vuelve a empezar…


Yo me uno a los grandes insatisfechos, a los que reniegan de la mediocridad, a los que, aún conscientes de sus debilidades, confían y luchan por una vida mejor.


Todos desean a los demás y a sí mismos un buen año, pero pocos luchan por obtenerlo. Prefiero ser de los segundos.

Autor: P Mariano de Blas LC

Fuente: Catholic.net

8 de diciembre de 2009

Bendita seas , Madre Inmaculada …. ruega por nosotros


Madre de Dios y Madre nuestra, tenemos la certeza que nos escuchas y atiendes… ¡Cómo una madre no va a oír a sus hijos!

Tanto nos amó Dios que nos entrega a su único Hijo para que nazca y muera como hombre sin dejar de ser Dios por la remisión de todos los pecados de la Humanidad, los pasados, los presentes y los futuros…..

Y para que sucediera esto no lo hace presentándonos un Hijo lleno de esplendor y poderío sino de una manera natural y ligada a una "concepción" en una joven virgen por medio del amor del Espíritu Santo.

Va en busca de ti, María. Y Tu, le dices… : QUE SI.

Era necesario buscarte limpia, pura, sin mancha, fresca y serena como la misma mañana en que naciste porque habías tenido una inmaculada concepción en el seno de tu madre Ana y por eso te conocemos y veneramos como la Inmaculada Concepción.

Inmaculada Virgen María, Madre purísima, Madre sin mancha, Madre Virgen, Reina concebida sin pecado original, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos…. así decimos cuando nos dirigimos a Ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y tenemos la certeza que nos escuchas y atiendes… ¡Cómo una madre no va a oír a sus hijos!.

Tu, que supiste ser la madre más amorosa pero también supiste de renuncias y dolores. Por eso tu corazón está abierto a todas nuestra llamadas y súplicas.

Tu quisiste que te conociéramos con este bendito y glorioso nombre al decirle a la pequeña Bernardita . - " YO SOY LA INMACULADA CONCEPCIÓN", ella nada sabía de estas palabras pero dichas por Ti fueron toda una revelación.

¡Bendita seas , Madre inmaculada …. ruega por nosotros , ahora y en la hora de nuestra muerte y por todos tus hijos tan necesitados de tener una MADRE como tu. Amen.

Autor: Ma Esther De Ariño
Fuente: Catholic.net

13 de octubre de 2009

Juan Bosco Va


Por entre los campos o sobre una cuerda Haciendo malabares Juanito va.
Por entre muchachos o con el rosario, con la magia y los sueños Juan Bosco va.
Dejando su casa sin a dónde ir, sin saber que todo servirá.
Saltimbanqui, mesero, Albañil, carpintero, Zapatero, herrero,
Con orgullo un día lo enseñará (2).

CASA DE LOS SIN HOGAR, PADRE DE LOS SIN FE.
PATIO PARA JUGAR, ESCUELA PARA APRENDER A SER FELIZ, A SER FELIZ.
ESCUELA PARA APRENDER A SER FELIZ. (2).
Los jóvenes viven agudas crisis, relativismos que hacen morir.
Intuíste Padre, cual es el medio, de prevención con corazón.
Pues no es lo seguro, sino el misterio y contra tempestades caminar.
Tus hijos seguimos, con orgullo, tus huellas,
Que la historia cante: Don Bosco en los jóvenes vive hoy (2).

CASA DE LOS SIN HOGAR...






28 de septiembre de 2009

No estás deprimido, estás distraído.

No estás deprimido, estás distraído. Distraído de la vida que te puebla, distraído de la vida que te rodea, delfines, bosques, mares, montañas, ríos.

No caigas en lo que cayó tu hermano, que sufre por un ser humano, cuando en el mundo hay 6000 millones. Además, no es tan malo vivir solo. Yo la paso bien, decidiendo a cada instante lo que quiero hacer y gracias a la soledad me conozco…… algo fundamental para vivir.
No caigas en lo que cayó tu padre, que se siente viejo porque tiene 70 años, olvidando que Moisés dirigía el éxodo a los 80 y Rubinstein interpretaba como nadie a Chopin a los 90, sólo por citar dos casos conocidos.
No estás deprimido, estás distraído. Por eso crees que perdiste algo, lo que es imposible, porque todo te fue dado. No hiciste ni un solo pelo de tu cabeza, por lo tanto no puedes ser dueño de nada. Además, la vida no te quita cosas: la vida te libera de cosas… te aliviana para que vueles más alto, para que alcances la plenitud. De la cuna a la tumba es una escuela; por eso, lo que llamas problemas, son lecciones.
No perdiste a nadie: el que murió, simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además, lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón. Quien podría decir que Jesus está muerto, no hay muerte, hay mudanza. Y del otro lado te espera gente maravillosa: Gandhi, Miguel Ángel, Whitman, San Agustín, la Madre Teresa, tu abuela y mi madre, que creía que la pobreza está más cerca del amor, porque el dinero nos distrae con demasiadas cosas y nos aleja, porque nos hace desconfiados.
Haz sólo lo que amas y serás feliz. El que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar, porque lo que debe ser será y llegará naturalmente. No hagas nada por obligación ni por compromiso, sino por amor. Entonces habrá plenitud, y en esa plenitud todo es posible y sin esfuerzo, porque te mueve la fuerza natural de la vida, la que me levantó cuando se cayó el avión con mi mujer y mi hija; la que me mantuvo vivo cuando los médicos me diagnosticaban 3 ó 4 meses de vida.
Dios te puso un ser humano a cargo y eres tú mismo. A ti debes hacerte libre y feliz. Después podrás compartir la vida verdadera con los demás. Recuerda a Jesus, amarás al prójimo como a tí mismo. Reconcíliate contigo, ponte frente al espejo y piensa que esa criatura que estás viendo es obra de Dios y decide ahora mismo ser feliz, porque la felicidad es una adquisición. Además, la felicidad no es un derecho, sino un deber; porque si no eres feliz, estás amargando a todo el barrio. Un solo hombre que no tuvo ni talento ni valor para vivir, mandó matar a seis millones de hermanos judíos.
Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la tierra es tan corto que sufrir es una pérdida de tiempo. Tenemos para gozar la nieve del invierno y las flores de la primavera, el chocolate, la baguette francesa, los tacos mexicanos, el vino chileno, los mares y los ríos, el fútbol de los brasileños, Las Mil y Una Noches, la Divina Comedia, el Quijote, el Pedro Páramo, los boleros de Manzanero y las poesías de Whitman, la música de Mahler, Mozart, Chopin, Beethoven; las pinturas de Caravaggio, Rembrandt, Velázquez, Picasso y Tamayo, entre tantas maravillas.
Y si tienes cáncer o SIDA, pueden pasar dos cosas y las dos son buenas: si te gana, te libera del cuerpo que es tan molesto (tengo hambre, tengo frío, tengo sueño, tengo ganas, tengo razón, tengo dudas)… y si le ganas, serás más humilde, más agradecido… por lo tanto, fácilmente feliz, libre del tremendo peso de la culpa, la responsabilidad y la vanidad, dispuesto a vivir cada instante profundamente, como debe ser.
No estás deprimido, estás desocupado. Ayuda al niño que te necesita, ese niño será socio de tu hijo. El servicio es una felicidad segura, como gozar a la naturaleza y cuidarla para el que vendrá. Da sin medida y te darán sin medida. Ama hasta convertirte en lo amado; más aún, hasta convertirte en el mismísimo Amor.
Y que no te confundan unos pocos homicidas y suicidas. El bien es mayoría, pero no se nota porque es silencioso. Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye, hay millones de caricias que alimentan a la vida. Vale la pena ¿verdad?.
Si Dios tuviera un refrigerador, tendría tu foto pegada en el, si tuviera cartera tu foto estaría en ella, él te manda fotos cada primavera, él te manda un amanecer cada mañana, cada vez que tu quieres hablar, él te escucha, él puede vivir en cualquier parte del universo pero él escogió tu corazón. Enfréntalo amigo, él esta loco por tí.
Dios no te prometió días sin dolor, risas sin tristeza, sol sin lluvia, pero él si prometió fuerzas para cada día, consuelo para las lágrimas, y luz para el camino.
“Cuando la vida te presente mil razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y un razones por las cuales sonreír”.


Facundo Cabral

21 de septiembre de 2009

La vida es como el tiro con arco.



El blanco era difícil.
Un águila oscura con solo una pluma blanca en la punta del ala volaba alto, muy alto en curvas caprichosas, y desde el suelo con una sola flecha había que arrancarle la plumita blanca sin herir al ave.

Llegó el primer arquero al centro reglamentario, y el Maestro le preguntó: “-¿qué ves?" Contestó: "-Veo el público, y mi familia y amigos...; veo el prado y las plantas y los árboles que me rodean; veo las nubes en el cielo, y el águila que entre ellas vuela”. “-Ves demasiado”, dijo el Maestro, y lo despidió.


Llegó el segundo. "-¿Qué ves?” “-Veo sólo el punto blanco de la pluma que he de alcanzar con mi flecha". "-Ves demasiado poco”, dijo el Maestro, y lo despidió.


Llegó el tercero. "-¿Qué ves?” “-Más que ver, siento. Siento a mi alrededor el público que con sus voces y sus gestos señalan el vuelo del águila; siento en mi piel la fuerza y la dirección del viento que me indica sin yo distraerme, hacia dónde va a empujar mi flecha; siento el arco y la flecha como prolongación de mi brazo y mano, y la pluma blanca en el cielo que se deja acariciar desde aquí por mi mirada”. "-Tú estás preparado", dijo el Maestro, "puedes tirar". Hubo un momento de susurros y miradas, de brisas y caricias, del sonido vibrante del arco seguro y la trayectoria certera de la flecha veloz. Un momento en que el todo se unió con el todo, y árboles y nubes y rostros y miradas se unieron en la punta de la flecha y en el copo blanco de la pluma que descendió satisfecha de satisfacer a todos. Cuando todo es uno, todo vive”.

Me gustó la historia, firmada por la hermana Teresita Santamaría, pues pensé que más que hacer cosas hay que vivirlas, sentir ese momento mágico que está escondido en cada cosa. A veces estamos replegados sobre nosotros mismos, no somos capaces de ese sentir la vida. El egoísmo nos impide darnos cuenta de lo que hay a nuestro alrededor, nos anula, priva de ser uno mismo quien actúa. Tendemos a dejarnos llevar por la rutina, el aburrimiento, y en esta situación caben las dos posibilidades: caer en la rutina que esclaviza –ver poco- o como el primer arquero ver demasiado, divagar, es fácil que la imaginación se desate y busque un refugio en la fantasía que, alejando de la realidad, acaba adormeciendo la voluntad. Es la ‘mística ojalatera’, hecha de ensueños vanos y de falsos idealismos: ¡ojalá no me hubiera casado, ojalá no tuviera esa profesión, ojalá tuviera más salud, o menos años, o más tiempo!” En esos casos, uno tiende a escapar de aquella situación a la que no quiere enfrentarse. Como la protagonista de la novela “Donde el corazón te lleve” de S. Tamaro, que dice a la abuela que se va a América, pues “así al menos no pierdo el tiempo y aprendo idiomas”. Pero le contesta la abuela que la vida no es una carrera sino un tiro con arco, lo importante en la vida no es hacer muchas cosas y no perder nunca el tiempo sino estar centrado, y el que no está centrado está descentrado, inquieto hasta que encuentra su centro.


Hay que evitar esos dos peligros: ver tan poco que uno acaba esclavo del deber, trabajo, afán de dinero... y está aburrido; y como consecuencia la cabeza va hacia otra parte, escapa entre ensueños que alejan de la realidad. Hemos de vivir la vida, estar centrados en lo que toca en cada instante, y “sentir” el momento presente como la única cosa existente, sin pensar en lo que pasó ni en lo que vendrá. Dios está como escondido en cada quehacer, y ese "algo divino" que está en todas las cosas está siempre ahí, esperando que sepamos encontrarlo, vivir cada instante con “vibración de eternidad”, como recordaba estos días Mons. Javier Echevarría con unos versos del poeta Joan Maragall, que comprendía muy bien ese “algo divino” encerrado en cada instante:
“Esfuérzate en tu quehacer / como si de cada detalle que pienses, / de cada palabra que digas, / de cada pieza que pongas, / de cada golpe de martillo que des, / dependiese la salvación de la humanidad / porque en efecto depende, créelo”.



Fuente: Autor: P. Llucià Pou Sabaté

14 de septiembre de 2009

La cocina de Dios


Siempre he admirado a esas mujeres, reinas de su hogar, que llegan tarde y cansadas a casa con el firme impulso del amor por los suyos retumbando en el corazón. Sin demasiado tiempo y con el cosquilleo en el estómago de los habitantes del nido familiar, se dirigen con confianza al refrigerador y, detenidas en posición de plena sabiduría maternal, miran y estudian lo que hay disponible.

Unos restos de la comida de anoche, un poco de verduras que quedaron de la última incursión culinaria, un proyecto de aderezo que no fue utilizado aún, y algunas cosas que fueron tomadas de las góndolas del supermercado por aquí y por allá. ¡Manos a la obra! El proyecto ya está claro en su mente. Se pica una cebolla y se enciende el fuego, con una sartén con aceite a calentar, los utensillos aparecen como por arte de magia y los maravillosos perfumes brotan de sus manos adornando toda las habitaciones y los corazones. ¡La casa está viva!

Pronto se ve a todos los habitantes de su reino, chicos y grandes, convocados a poner la mesa y a sorprenderse una vez más de tan grande muestra de habilidad, y de amor. ¿Quién no disfruta o ha disfrutado de estos momentos maravillosos, donde el amor se vuelve alimento y envuelve a los que se reúnen alrededor de la mesa familiar? Creo que todos guardamos recuerdos de esos olores, esos sabores, de esos deliciosos platos puestos frente a nuestros ojos de niños. Recuerdos que nos conmueven, donde un simple aroma nos vuelve décadas atrás, nos transporta a otro tiempo y a otro lugar, y nos deja envolvernos con el amor en el recuerdo, amor que traspasa toda barrera y se abre a la sencillez de nuestra niñez más inocente.

Creo que Dios hace lo mismo con nosotros: El mira dentro de nosotros como si fuéramos un refrigerador espiritual y hace un rápido cuadro de las materias primas que tenemos a Su disposición. Una virtud poco desarrollada por aquí, un deseo de justicia por allá, un recuerdo que infunde amor en nuestro corazón, un dolor surgido en un episodio que aún no logramos olvidar, un poquito de fortaleza escondida en algún rinconcito de nuestra alma. Dios, parado en la puerta de nuestro refrigerador espiritual, busca y rebusca, mira y sopesa cada articulo que encuentra, deja algunos para utilizarlos luego, y va poniendo otros encima de Su Cocina Espiritual. Y mientras cierra la puerta de nuestro refrigerador, se dice a Sí mismo: ¡Manos a la obra!

Rápido y sabiendo a la perfección cual es Su plan de cocina, trabaja sobre las especies y los utensillos con Mano Maestra. Pela y pica algunos condimentos, lava otros, mezcla, condimenta, fríe y cocina, y pone todo en una hermosa presentación, listo para ser disfrutado. ¡La comida está lista! Las obras de bien, que siempre son obras de Dios, brotan de Sus manos maestras en forma imprevista y haciendo que surjan de quien ni siquiera había anticipado tal posibilidad. Por supuesto que lo hace con la seguridad de proveer el más sabroso sabor y aroma que comida alguna puedan jamás producir: el amor. Sus platos son siempre ricos en amor, tanto en sabor como en aroma. Y por supuesto que alimentan a los comensales, alimento para el alma, para el espíritu.

Dios, en Su infinita bondad, saca de nosotros aquello de lo que disponemos, lo que sea. Será poco, o será mucho. Será el más exquisito producto de cocina, o el más humilde resto de la cena de ayer. Pero siempre es suficiente para que El se sienta feliz de poder elaborar un exquisito plato de amor, adornado por la Mano del que todo lo puede.

¿Y que tenemos que hacer nosotros? Simplemente abrir la puerta de nuestro refrigerador, para que El pueda servirse de lo que tenemos dentro, para que sea El el que siga Su plan maestro de cocina y haga de nosotros un rico plato pleno de virtudes, alimento para los comensales que se sienten con nosotros a la mesa. Así como una madre es capaz de mostrar el amor del que es capaz, en algo tan simple y cotidiano como un plato de comida hogareña, así es capaz el amor de nuestro Dios de producir exquisitos manjares espirituales a partir de nuestra voluntad. Solo debemos ponerla a Su disposición, abrir los portales de nuestro corazón y dejar que sea El el que desarrolle las recetas que nos alimenten, nos den vida, y den sentido a nuestro
día.

Autor: Oscar Schmidt

3 de septiembre de 2009

En el mundo.. el dolor del hombre


Hoy hay sombras en la Capilla...quizá sea porque está atardeciendo...

Tu, Jesús, estás como siempre, silencioso en tu eterna espera....pero tienes el oído atento para todo el que llega, para todo el que te quiere decir algo....penas, anhelos, sueños, alegrías y tristezas....Tu corazón abierto está para quién a ti llega....y yo se que te quedaste ahí precisamente porque sabías que en el mundo... hay dolor. ¡Vaya que si lo hay!

En muchas ocasiones este dolor es provocado por el hombre mismo: terrorismo, rencores, odios, venganzas, ambiciones, ansias de poder con el juego sucio y mal intencionado que no se detiene ante nada y llega hasta el crimen... niños que desean vivir y nunca lo harán. Siembra de dolores que parecería no tener límites...

Pero también el hombre sufre por enfermedades incurables y por cataclismos de la naturaleza: terremotos, tifones, lluvias torrenciales que desbordan ríos y rompen presas, fuegos que empiezan por una chispa y se incrementan destruyendo todo lo que alcanza y esto podría ser una lista interminable de dolor y de muerte que constantemente vemos que hay sobre la tierra.
Y el hombre, todos nosotros, Señor, nos preguntamos ¿por qué?
Y esta es una pregunta difícil de contestar...

En silencio te miro Jesús, cierro los ojos y espero...

Pienso en este Planeta donde vivimos... él es como es....tiene nieves que se desploman y forman aludes, tiene lluvias que desbordan ríos, tienen vientos que por circunstancias atmosféricas se convierten en ciclones, tiene movimientos telúricos de acomodación de su corteza terrestre que a veces son sismos catastróficos y mortales, tiene volcanes que están activos y de hecho han llegado a hacer erupción destruyendo a ciudades enteras.

En ese vaivén de acontecimientos vivimos desde que apareció el hombre sobre el planeta Tierra y sabemos que nuestra existencia está sobre la fragilidad de lo que es hoy y mañana no.
Pero para todos los sufrimientos hay una luz en el túnel negro y angustiante del dolor... y tu, mi Señor, me lo estás diciendo: Esa luz está en el misterio de tu Cruz. Tu Cruz permanecerá mientras el mundo gire.

¿Podrías tu Señor, digamos justificarte ante la Historia del hombre, tan llena de sufrimientos, de otro modo que no fuera poniendo en el centro de esa "historia" TU CRUZ?

Tu, además de ser Omnipotente, infinitamente Sabio, infinitamente Justo, no eres el Absoluto y Poderoso que está "fuera del mundo" y al que por lo tanto le es indiferente el sufrimiento humano porque eres... AMOR.

Y por "ese " AMOR, te pones, en libre elección, al servicio de las criaturas.

Si en la historia de la humanidad está presente el sufrimiento, entiendo entonces por qué tu omnipotencia se manifestó con la omnipotencia de la humillación mediante la Cruz.

Mi amado Jesús Sacramentado, El escándalo de tu Cruz - decía el Papa Juan Pablo II en su maravilloso libro "En el umbral de la esperanza"- sigue siendo la clave para la interpretación del GRAN MISTERIO DEL SUFRIMIENTO, que permanece de modo tan integral a la historia del hombre.

Ya ha caído la noche. Yo te miro, Tu me miras.... siento la humedad de las lágrimas en los ojos cuando te digo: Gracias, Señor, por esa Cruz... por tu cruz, que nos redime y que nos da la fuerza para seguir...


¡AUNQUE EL DOLOR NOS ALCANCE!


Fuente: Catholic.net
Autor: Ma Esther De Ariño

1 de septiembre de 2009

Ceferino: La peregrinación más grande en 30 años


ANS – Chimpay) - La peregrinación realizada en Chimpay, el 29 de agosto, en honor a Ceferino de Namuncurá, ha sido la más grande en los últimos 30 años.

El movimiento de fieles había comenzado muy temprano. Familias enteras, con niños y ancianos iniciaban la gran caminata que los conducía a Chimpay. Muchísimos devotos salidos de diversos pueblos iban a pie o a caballo para celebrar la fiesta del beato Ceferino. Cerca de 40.000 personas estuvieron presentes para los festejos del nacimiento de Ceferino de Namuncurá. Ha sido sin duda, la primera vez que se concentra tanta cantidad de gente.

Durante el oficio religioso, Monseñor Marcelo Marcelo Angiolo Melani, salesiano, obispo de Neuquén, subrayó que "venimos a este lugar a pedir por la justicia. Por la justicia judicial y por la justicia social". Hizo hincapié en la humilde vida que llevó Ceferino y elevar una petición especial para superar la falta de trabajo en Argentina: "Porque es parte de la dignidad", dijo. Además pidió por un mayor gesto de solidaridad de los cristianos.

Durante la misa, los gestos de fervor se multiplicaron y las alabanzas se mezclaron con la música de un grupo de jóvenes. "Yo vengo de Neuquén todos los años", dijo Marta sin poder contener las lágrimas mientras abrazó con fuerza a su hijo de apenas 3 años.

En un cierto momento, lo único que se vio en el horizonte fue una marea de manos enlazadas de miles de personas, en búsqueda de una esperanza, de salud, trabajo o simplemente como muestra de fe.

Esa será la imagen que quedará grabada en los visitantes porque "la fe sostuvo Oscar, un ferviente visitante de Chimpay, hay que practicarla. Y esa práctica es darle la mano a un desconocido".

La fiesta de Ceferino ha sido una expresión de fe y de compromiso con la iglesia, pues todos los devotos se han comprometido en cambiar sus vidas y ser solidarios con los más necesitados.


30 de agosto de 2009

Oración de ofrecimiento


Enséñame, oh María Auxiliadora, a ser dulce y bueno en todos los acontecimientos de mi vida; en los desengaños, en el descuido de otros, en la falta de sinceridad de aquellos en quienes creí, en la deslealtad de aquellos en quienes confié.

Ayúdame a olvidarme de mí mismo para pensar en la felicidad de otros; a ocultar mis pequeños sufrimientos de tal modo que sea yo el único que los padezca.

Enséñame a sacar provecho de ellos, a usarlos de tal modo que me suavicen, no me endurezcan ni me amarguen; que me hagan paciente y no irritable; que me hagan amplio en mi clemencia y no estrecho y despótico. Que nadie sea menos bueno, menos sincero, menos amable, menos noble, menos santo por haber sido mi compañero de viaje en el camino hacia la vida eterna.


Amén.

19 de agosto de 2009

Sueños de los nueve años



Quería compartir en el cumpleaños de nuestro querido Padre San Juan Bosco, el hermoso sueño de los nueve años. Sueño que llevo a Don Bosco a la Santidad y trajo fe y esperanza a los jóvenes...

A la edad de 9 años tuve un sueño que quedó profundamente grabado en mi mente para toda la vida.

En el sueño, me pareció encontrarme cerca de casa, en un terreno muy espacioso, donde estaba reunida una muchedumbre de chiquillos que se divertían. Algunos reían, otros jugaban, no pocos blasfemaban. Al oír las blasfemias, me lancé inmediatamente en medio de ellos, usando los puños y las palabras para hacerlos callar.

En aquel momento apareció un hombre venerando, de aspecto varonil y noblemente vestido. Un blanco manto le cubría todo el cuerpo, pero su rostro era tan luminoso que no podía fijar la mirada en él. Me llamó por mi nombre y me mandó ponerme a la cabeza de los muchachos, añadiendo estas palabras:- No con golpes, sino con la mansedumbre y con la caridad deberás ganarte a estos tus amigos. Ponte ahora mismo, pues, a instruirlos sobre la fealdad del pecado y la belleza de la virtud.

Aturdido y espantado, repliqué que yo era un niño pobre e ignorante, incapaz de hablar de religión a aquellos muchachos; quienes, cesando en ese momento sus riñas, alborotos y blasfemias, se recogieron en torno al que hablaba. Sin saber casi lo que me decía, añadí:- ¿Quién sois vos, que me mandáis una cosa imposible?-Precisamente porque tales cosas te parecen imposibles, debes hacerlas posibles con la obediencia y la adquisición de la ciencia.- ¿En dónde y con qué medios podré adquirir la ciencia?-Yo te daré la maestra bajo cuya disciplina podrás llegar a ser sabio, y sin la cual toda sabiduría se convierte en necedad.- Pero, ¿quién sois vos que me habláis de esta manera?- Yo soy el hijo de aquella a quien tu madre te enseñó a saludar tres veces al día.- Mi madre me dice que, sin su permiso, no me junte con los que no conozco. Por tanto, decidme vuestro nombre.- El nombre, pregúntaselo a mi Madre.

En ese momento, junto a Él, vi a una mujer de aspecto majestuoso, vestida con un manto que resplandecía por todas partes, como si cada punto del mismo fuera una estrella muy refulgente. Contemplándome cada vez más desconcertado en mis preguntas y respuestas, hizo señas para que me acercara a Ella y, tomándome bondadosamente de la mano, me dijo:- Mira.Al mirar, me di cuenta de que aquellos chicos habían escapado y, en su lugar, observé una multitud de cabritos, perros, gatos, osos y otros muchos animales.- He aquí tu campo, he aquí donde tienes que trabajar. Hazte humilde, fuerte, robusto; y cuanto veas que ocurre ahora con estos animales, lo deberás hacer tú con mis hijos.


Volví entonces la mirada y, en vez de animales feroces, aparecieron otros tantos mansos corderos que, saltando y balando, corrían todos alrededor como si festejaran al hombre aquel y a la señora.En tal instante, siempre en sueños, me eché a llorar y rogué al hombre me hablase de forma que pudiera comprender, pues no sabía qué quería explicarme.Entonces Ella me puso la mano sobre la cabeza, diciéndome:-A su tiempo lo comprenderás todo.Dicho lo cual, un ruido me despertó; y todo desapareció.

13 de agosto de 2009

Creer y amar...


Entre el creer y el amar hay una relación tan estrecha, tan íntima, que nos resulta difícil responder a la pregunta: ¿uno ama porque cree, o uno cree porque ama?

En efecto: creer, fiarse, dar la propia confianza a otra persona es posible solamente si uno ama, si uno descubre la bondad que el otro encierra.

Un hijo se fía ciegamente de su madre porque la ama (y porque se siente profundamente amada por ella). Un esposo confía sin condiciones la economía familiar a su esposa sólo si está profundamente enamorada de ella, hasta el punto de dejar en sus manos los secretos más profundos de su corazón... y de su cartera.

A la vez, amamos a los demás cuando somos capaces de renunciar a pedir pruebas y nos fiamos, nos abandonamos a la fe.

El esposo o la esposa aman sin tener una total certeza de lo que vaya a ser la vida matrimonial. Un matrimonio que sea simplemente un contrato para estar juntos mientras todo ocurra según lo que a cada uno le parezca bien es la negación más completa del amor. Un hijo que antes de tomar la sopa que le ha preparado su madre (o su padre, pues los maridos cada día aprenden a cocinar mejor...) hace un análisis clínico para comprobar que no tenga veneno no refleja sólo que le falta fe en sus padres, sino también, con toda seguridad, que en esa familia no hay verdadero amor.

Hay algunos que dicen que el mundo actual vive una profunda crisis de fe, que casi no es posible creer en el siglo XXI. Si esto fuese verdad, habría que afirmar también que el mundo vive una crisis de amor, pues sin fe es imposible amar.

Cuando no podemos fiarnos del otro tampoco podemos llegar a vivir, en profundidad, lo que significa amar. Porque amar, como creer, es darle al otro o a la otra, al padre o al hijo, nuestro afecto por encima de las pruebas empíricas que podamos tener para estar “químicamente seguros” de la bondad y de la honradez del otro.

Vivir buscando siempre, en todos los asuntos y aventuras de la vida, pruebas absolutas de que nadie nos engaña es encerrarse en uno mismo hasta los límites de la locura. Un mínimo de salud mental nos pide vivir, un poco o un mucho, agarrados de la fe la mayor parte de nuestros actos, desde que nos saluda el portero de casa hasta el momento en el que tomamos una pastilla que hemos comprado en la farmacia.

Incluso para los que han sufrido la amargura del engaño y la traición, descubrir que los engañadores son pocos o, al menos, no son todos, permite abrir el corazón para empezar a amar. Con todos los riesgos, pero con todas las ventajas que el amor lleva consigo. Es mejor equivocarse porque uno se fía “de más” que equivocarse porque uno “acierta” siempre al no fiarse de nadie... pero falla en lo más importante: en el ser capaz de amar.

Creer es fácil porque estamos hechos para amar. Amar es posible porque otros se han fiado de nosotros y vivimos gracias a aquellos de los que nos hemos fiado. Así de sencilla es la ley de la vida humana. Así de fácil es el camino de la felicidad.

Fuente: Gama - Virtrudes y Valores
Autor: P. Fernando Pascual, L.C.

7 de agosto de 2009

Cuando ya lo hemos intentado todo...


El problema sigue allí. Buscamos la solución de mil maneras. Hicimos tantos esfuerzos. Afrontamos la situación una y otra vez. Pero el problema parece vencernos. No dominamos los fenómenos atmosféricos.

No podemos impedir los movimientos de la tierra. No tenemos poder absoluto sobre los virus. Sobre todo, estamos casi desarmados ante el gran misterio de la libertad humana, de la malicia de personas sin escrúpulos.


La técnica, es cierto, abre la posibilidad de construir casas más seguras. Mejora el rendimiento de la tierra. Crea pantanos y presas para conservar el agua. Almacena y conserva alimentos. Pero la fragilidad de nuestro cuerpo y la volubilidad de nuestro corazón siguen al acecho.

Lo hemos intentado casi todo, y la familia sigue peleada, y el dinero no llega para pagar las deudas pendientes, y la comida falta para la mesa.

Son momentos en los que el desaliento parece triunfar. Son momentos, sin embargo, para reaccionar y aprender que en el mundo terreno nada es fijo, nada es inmutable, nada es perfecto. Son momentos para mirar al cielo y reconocer que tenemos un Padre que no nos abandona: porque somos hijos, porque somos débiles, porque estamos enfermos, porque necesitamos mucho consuelo.

Descubrimos, entonces, la necesidad de orar, desde lo más profundo, desde lo más íntimo, desde las necesidades más radicales. Sentimos que más allá de los montes tenemos un auxilio que “viene de Yahveh, que hizo el cielo y la tierra” (Sal 121,2).

“Cuando ya nadie me escucha, Dios todavía me escucha. Cuando ya no puedo hablar con ninguno, ni invocar a nadie, siempre puedo hablar con Dios. Si ya no hay nadie que pueda ayudarme -cuando se trata de una necesidad o de una expectativa que supera la capacidad humana de esperar-, Él puede ayudarme. Si me veo relegado a la extrema soledad...; el que reza nunca está totalmente solo” (Benedicto XVI, encíclica “Spe salvi” n. 32).

Cuando creemos haberlo intentado todo... quizá nos ha faltado lo más importante, lo decisivo: ponernos en manos de Dios. Es Padre, y nos dará aquello que nos conviene.

Si lo que pedíamos no corresponde a sus planes (es decir, si no era lo mejor para nosotros), no lo recibiremos. Nos dará, lo sabemos, algo mucho mejor, como enseñaba Charles de Foucauld.

Ha llegado entonces el momento para decirle, desde el corazón, con la confianza de un hijo: “Hágase, oh Padre, tu Voluntad”.

Fuente: Catholic.net
Autor: P. Fernando Pascual LC

24 de julio de 2009

Consagración a María


Oh Señora y Madre mía, con filial cariño vengo
a ofrecerte en este día cuanto soy y cuanto tengo.
Mis ojos para mirarte, mi voz para bendecirte,
mi corazón para amarte y mi vida para servirte.


ACEPTA MADRE ESTE DON
QUE TE OFRECE MI CARIÑO.
GUÁRDAME COMO UN NIÑO
CERCA DE TU CORAZÓN (2)


Que nunca sea traidor al amor que se me entrega
y que desprecie sin pena los halagos de otro amor.
Y aunque el dolor me taladre y haga de mi un crucifijo,
que yo sepa ser tu hijo y que sepa que eres mi Madre.


EN LA DICHA Y EN LA AFLICCIÓN
EN MI VIDA Y EN MI AGONÍA,
MÍRAME CON COMPASIÓN
NO ME DEJES MADRE MÍA.






17 de julio de 2009

Para el día a día... para toda la vida ( II )

• En la desgracia conviene tomar algún camino atrevido. Lucio Anneo Séneca.
• En la tormenta es cuando se conoce al buen piloto. Lucio Anneo Séneca.
• En la tribulación acude luego a Dios confiadamente y serás esforzado y alumbrado y enseñado. San Juan de la Cruz.
• En las fatigas y en los sufrimientos no se olvide que tenemos un gran premio preparado en el cielo. San Juan Bosco.
• En mil aflicciones, no son quinientas de ellas que cooperan para el bien del creyente, sino novecientas noventa y nueve más una – las mil. George Müller.
• En una vida sin penas, acaban por relajarse las cuerdas del alma. Johannes Kepler.
• La desdicha es grande, pero el hombre es aún más grande que la desdicha. Rabindranath Tagore.
• La pobreza y el sufrimiento no están para que los entendamos, sino para que los resolvamos. San Vicente Ferrer.
• La vida es un arco iris que incluye el negro. Yevgeny Yevtushenko.
• La vida es un calvario. Conviene subirlo alegremente. San Pío de Pieltrecina.
• Lamentar un infortunio pasado, y que no existe, es la más segura vía de crearse otro infortunio. William Shakespeare.
• Las lágrimas son la sangre del alma. San Agustín de Hipona.
• Las pruebas a las que Dios os somete y os someterá, todas son signos del amor Divino y Perlas para el alma. San Pío de Pieltrecina.
• Las tribulaciones del mundo están llenas de pena, y vacías de premio; pero las que se padecen por Dios se suavizan con la esperanza de un premio eterno. San Efrén.
• Llorar, sí; pero llorar de pie, trabajando; vale más sembrar una cosecha que llorar por lo que se perdió. Alejandro Casona.
• Lo importante no es lo que sufres sino cómo lo sufres. Lucio Anneo Séneca.
• Los hombres solo sufren por un motivo; porque no pueden amar como Cristo crucificado. Kiko Argüeyo.
• Es mejor sufrir por la causa de Cristo y no que la causa de Cristo sufra. Alba Lucía.
• Lo que nos hace sufrir nunca es una tontería, puesto que nos hace sufrir. Amado Nervo.
• Los ángeles sólo nos tienen envidia por una cosa: ellos no pueden sufrir por Dios. Sólo el sufrimiento nos permite poder decir con toda seguridad: Dios mío, ¡mirad cómo os amo! San Pío de Pieltrecina.
• Los hermanos que sufren son las joyas de Dios. San Vicente de Paúl.

• Nadie es tan desdichado como la persona que nunca ha sufrido. Joseph de Maistre.
• Nadie llegó jamás a la inmortalidad sino por el camino de la aflicción; y he aquí un gran motivo de consuelo para todas nuestras penas. San Francisco de Sales.
• No hay árbol que el viento no haya sacudido. Proverbio hindú.
• No hay hombre en el mundo sin tribulación, aunque sea rey o papa. Y ¿quién es el que esta mejor? Ciertamente, el que padece algo por Dios. Tomas Kempis.
• El padecer templa el alma, y la fortalece para seguir la marcha. Alicia Beatriz Angélica Araujo.
• Por muy altas que sean las olas, el Señor es más alto. ¡ Espera!... la calma volverá. San Pío de Pieltrecina.
• Por todas partes por donde sufren corazones humanos, Cristo pone su morada. Francois Mauria.
• Puedes emplear hombres y contratar manos que trabajen para ti, pero debes ganar sus corazones para que compartan tus sufrimientos. Tiorio.
• Quien comienza a amar debe estar dispuesto a sufrir. San Pío de Pieltrecina.
• Quién no ha tenido tribulaciones que soportar, es que no ha comenzado a ser cristiano de verdad. San Agustín.
• Quien se aflige antes de tiempo se aflige más de lo necesario. Lucio Anneo Séneca.
• Quien supo padecer, sabrá vencer. Refrán español.
• Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas. Rabindranath Tagore.
• Si nada padeciste, no sabes compadecerte. Niccolo Tommaseo.
• Si yo no hubiera estado convencido que cada prueba adicional fue ordenado por misericordia y amor infinito, no hubiera sobrevivido los sufrimientos acumulados. Adoniram Judson

15 de julio de 2009

Para el día a día... para toda la vida ( I )


  • A los afligidos no se les ha de añadir aflicción. Miguel de Cervantes Saavedra.
  • Cristo está muy cerca de todos los que sufren. Juan Pablo II.
  • Cristo establece su morada en los corazones que están sufriendo. Francois Mauriac.
  • Cuando no se puede sufrir algo, lo mejor es saberlo sufrir. Lucio Anneo Séneca.
  • De cualquier modo que se llame tu espina, acéptala; es compañera de la rosa. Rabindranath Tagore.
  • De las nubes más negras, cae agua limpia y fecunda. Proverbio chino.
  • Dios está en todos los hombres, pero no todos los hombres están en Dios; por eso sufren. Ramakrsina.
  • Dios no vino a suprimir el sufrimiento. No vino ni siquiera a dar una explicación. Vino a llenarlo de su presencia. Paul Claudel.
  • Donde hay sufrimiento, hay suelo sagrado. Oscar Wilde.
  • Cuando otros lloran sangre, ¿qué derecho tengo yo a llorar lágrimas? José Martí.
  • Donde quiera que alguien sufre, allí está Jesucristo. San Vicente de Paúl.
  • Dos son las cosas que hacen madurar al hombre: el amor y el sufrimiento. Johann Messner.
  • El fruto del sufrimiento es estar cada día más cerca de Dios. Madre Maravillas de Jesús.
  • El hambre, el sufrimiento, el dolor físico y mental de la vida en condiciones desesperantes, necesita soluciones hoy, no Mañana. Luis A. Ferre.
  • El hombre que no sufre es una máquina mal compuesta, una criatura defectuosa, un mutilado moral, un aborto de la naturaleza. Charles-Maurice Le Tellier.
  • El hombre que teme al sufrimiento, no es conciente aún que es un pecador en vías de purificación. Alicia Beatriz Angélica Araujo.
  • El llanto es a veces el modo de expresar las cosas que no pueden decirse con palabras. Concepción Arenal.
  • El padecer templa el alma, y la fortalece para seguir la marcha. Alicia Beatriz Angélica Araujo.
  • El que acepta muchas cosas fácilmente, con seguridad tendrá muchas dificultades. Autor desconocido.
  • El que hace sufrir al prójimo se causa daño a sí mismo. El que ayuda a los demás se ayuda a sí mismo. León Tolstoi.
  • El que no ha sufrido no sabe nada; no conoce ni el bien ni el mal; ni conoce a los hombres ni se conoce a sí mismo. Fanelon.
  • Quien se aflige antes de tiempo se aflige más de lo necesario. Lucio Anneo Séneca.
  • El que teme sufrir, sufre de temor. Proverbio Chino.
  • El llanto es a veces el modo de expresar las cosas que no pueden decirse con palabras. Concepción Arenal.
  • El mejor servicio que podemos prestar a los afligidos no es quitarles la carga, sino infundirles la necesaria energía para sobrellevarla. Phillips Brooks.
  • El mundo exterior podrá hacerte sufrir, pero sólo tú podrás avinagrarte a ti mismo. Georges Bernanos.
  • El pesar oculto, como un horno cerrado, quema el corazón hasta reducirlo en cenizas. William Shakespeare.
  • El sabe ciertamente que con frecuencia nuestros sufrimientos son un instrumento de salvación. San Gregorio Naceno, Disertación 7.
  • El secreto no está en qué tanto sufrimiento tolera sino en cuánta alegría siente. La vida está llena de excusas para sentir dolor, excusas para no vivir a plenitud, excusas, excusas, excusas. Erica Jong.
  • El ser humano tiene regiones en su propio corazón que aún no existen. Sólo comenzarán a tomar forma cuando en ellas penetre el sufrimiento. León Bloy.
  • El sufrimiento de aquí abajo no tiene proporción con la gloria del cielo: 2 Cor 4, 17.
  • El sufrimiento depende no tanto de lo que se padece, cuanto de nuestra imaginación, que aumenta nuestros males. Fenelón.
  • El sufrimiento en sí mismo puede esconder un valor secreto y convertirse en un camino de purificación, de liberación interior, de enriquecimiento del alma. Juan Pablo II.
  • El sufrimiento es el hilo con el que se va tejiendo la tela de la alegría. H. De Lubac.
  • El sufrimiento es la ley de hierro de la naturaleza. Eurípides.
  • El sufrimiento es una especie de sacramento para quien lo recibe sin odio. Louis Evely.
  • El sufrimiento interno es el seno materno de las obras inmortales. Arthur Schopenhauer.
  • El sufrimiento —como he escrito en la Carta Apostólica Salvifici doloris- no puede ser transformado y cambiado con una gracia exterior sino interior... Juan Pablo II.

7 de julio de 2009

Corresponder a la gracia divina...


¿Qué significa “corresponder”? Significa acoger, aceptar, desarrollar y vivir un don, un regalo, una idea.

Corresponder a la acción de Dios en la propia vida significa tener un corazón que sabe escuchar, que sabe aceptar, que busca vivir, que deja dar frutos a la siembra constante que Dios hace en los corazones.

¿Cómo podemos corresponder a la gracia de Dios? Puede parecer difícil en un mundo de prisas, de ruidos, de ocupaciones, de trabajos. Puede parecer casi imposible si creemos que el pecado es inevitable, si hemos dejado crecer las pasiones, si vivimos de egoísmos y avaricia.

Pero Dios puede cambiar cualquier corazón, destruir murallas de dureza y de apatía que el tiempo haya levantado en nuestras vidas, si le dejamos, si correspondemos, si le decimos “sí”.

El primer paso parece el más difícil: aceptar que nada podemos sin Dios, reconocer nuestros pecados, pedir humildemente perdón. Parece difícil, pero resulta mucho más fácil si reconocemos que Cristo no vino a condenar sino a salvar, que desea nuestro regreso, que anhela ese primer gesto por parte nuestra para que le dejemos trabajar. Entonces podrá curar, limpiar, restablecer su Amor en nuestras almas.

Hacer un buen examen de conciencia, acudir al sacramento de la confesión, es mucho más fácil si estamos bajo la mirada de Cristo. Es el Maestro bueno, que vino a buscar a los pecadores, que cura como Médico a los enfermos y heridos por el egoísmo y las mil miserias del alma (cf. Lc 5,31-32; Lc 15,1-32).

Ese es el primer paso para empezar a corresponder. Se trata simplemente de descubrir la llamada profunda, eterna, íntima, que Dios hace a mi alma. Cuando he pecado, cuando he fallado, cuando he sido derrotado, puedo decir con sencillez: ahora Jesús es más mío, porque vino precisamente para mí, enfermo, pecador, miserable.

El segundo paso consiste en la gratitud: recordar el don del perdón acogido, celebrado, hecho fiesta. El Papa Pablo VI lo expresaba con palabras sencillas y llenas de emoción: “Que al menos pueda honrar a quien Tú eres, el Dios de infinita bondad, invocando, aceptando, celebrando tu dulcísima misericordia”.

La misericordia de Dios, la alegría de Dios que nos rescata y nos recibe en casa, nos permite dar un tercer paso: quien ha sido perdonado siente la necesidad de perdonar y, sobre todo, de amar (cf. Lc 7,36-50). Un maravilloso modo de corresponder a la acción de Dios es perdonar como fuimos perdonados.

En el camino de respuesta, el alma perdonada y agradecida ve que Dios le pide nuevos pasos, una correspondencia mayor y más enamorada. Descubre el verdadero sentido de la misa dominical: es un encuentro con Cristo que se ofrece por los pecadores, que da su vida por mí. Siente que debe participar en las distintas actividades de la parroquia. Busca conocer más quién es Cristo a través del Evangelio. Estudia su fe con la lectura del Catecismo de la Iglesia Católica y de otros buenos libros.

El corazón está dando cada vez nuevos pasos, que son simplemente respuestas a las invitaciones que el Espíritu Santo suscita en el interior de la conciencia. El secreto de la vida cristiana radica precisamente en esta actitud de escucha que permite reconocer lo que Dios susurra para decirnos por dónde hay que caminar a lo largo de la vida.

En resumen, corresponder es aceptar y vivir bajo la luz divina, íntima, continua, que el Espíritu Santo derrama sobre la conciencia. Desde ella podemos saber qué es lo que Dios nos pide y qué es lo que debemos dejar de lado.

La correspondencia culmina cuando imitamos a Dios en lo que más le caracteriza: el Amor. Entonces aprendemos a vivir ya en la Tierra como un día, así lo esperamos, podremos vivir en el cielo: con un amor intenso y creciente.

Daremos plena acogida, entonces, a los consejos del apóstol Pablo: “No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el que fuisteis sellados para el día de la redención. Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de entre vosotros. Sed más bien buenos entre vosotros, entrañables, perdonándonos mutuamente como os perdonó Dios en Cristo” (Ef 4,30-32).

Dejarnos perdonar, perdonar y amar. Eso es corresponder. Y quien corresponde a la gracia divina dejará la levadura vieja y será, de verdad, un cristiano que alegra el corazón de nuestro Padre de los cielos.


Fuente: Catholic.net
Autor: P. Fernando Pascual LC

2 de julio de 2009

Cuando digo Ave María...

Cuando digo Ave María se me agranda el corazón
porque Ella es dueña de mi vida.
Cuando digo Ave María me atrapa con su Amor
y no deja que me aleje del Señor.

Cuando digo Ave María ya no siento más dolor
porque Ella entre sus brazos me alivia.
Cuando digo Ave María ella le ruega al Señor
y me alcanza con sus manos el perdón.

Cuando digo digo Ave María me estremezco
y de gozo se me llena el corazón,
y los Ángeles del cielo cantan himnos de alegría
y en la tierra solo hay admiración.

Cuando digo Ave María no camino en tiniebla
por que Ella con su luz me ilumina.
Cuando digo Ave María Ella escucha mi clamor
y me ayuda a seguir a mi Señor.

Cuando digo Ave María se confirma mi esperanza
porque en Ella yo he puesto mi confianza.
Cuando digo Ave María ya no tengo más temor
porque se que me protege con su Amor.



29 de junio de 2009

Pensamientos de Don Bosco


- La ayuda de Dios no falta cuando se trabaja de veras y con fe.
- El demonio tiene miedo a la gente alegre.
- Haz que todos los que hablan contigo se hagan amigos tuyos.
- Trata de hacerte querer más que temer.
- Preocúpense especialmente de los enfermos, de los niños, de los ancianos y de los pobres, y ganarán la bendición de Dios y la benevolencia de los hombres.
- El amor da fuerzas para soportar las fatigas, los disgustos, las ingratitudes, la falta de disciplina, las ligerezas, las negligencias de los jóvenes.
- Recuerda que todo cristiano tiene la obligación de ayudar a los demás, y que no hay predicación más eficaz que la del buen ejemplo.
- La caridad todo lo soporta, de donde se deduce que no tendrá jamás verdadera caridad el que no quiere soportar los defectos ajenos.
- La Comunión devota y frecuente es el medio más eficaz para tener buena muerte y así salvar el alma.
- El alimento del alma es la Palabra de Dios.
- Para hacer el bien hay que tener un poco de valor.
- Bueno es el cuerpo cuando esté aseado, pero mejor es tener la conciencia limpia de toda culpa.
- ¿Quieres llevar contigo el dinero a la eternidad? Da limosna a los pobres.
- Si el dinero hace mucho, la oración lo obtiene todo.
- Hay que sudar muchísimo para conservar la dulzura y, tal vez, sea necesario derramar la propia sangre para no perderla.
- La vida es demasiado corta. Hay que hacer deprisa lo poco que se pueda, antes de que nos sorprenda la muerte.
- La primera virtud de un hombre es la obediencia a su padre y a su madre.
- El humilde siempre será bien visto por todos: por Dios y por los hombres.
- En la enseñanza, textos breves, fáciles y precisos.
- Me basta que sean jóvenes para amarlos con ardor.
- Sé agradecido con quien te ayude.
- Pongámonos todos bajo el manto de la Virgen. Ella nos librará de los peligros y nos guiará.
- El que confía en la Virgen nunca se verá defraudado.
- Se atrapan más moscas con una cucharadita de miel que con todo un barril de vinagre.
- A la hora de la muerte se ven las cosas desde otro punto de vista.
- Los tres enemigos del hombre son: la muerte (que lo sorprende), el tiempo (que se escapa), y el demonio (que le tiende sus lazos).
- Hace mucho el que hace poco, pero hace lo que debe. No hace nada el que hace mucho, pero no hace lo que debe hacer.
- No te comprometas asumiendo demasiados trabajos. Quien mucho abarca poco aprieta y lo estropea todo.
- La verdadera religión no consiste sólo en palabras; es menester pasar a las obras.
- Un Oratorio sin música es un cuerpo sin alma.
- Los ociosos, al final de la vida, experimentarán grandes remordimientos por el tiempo perdido.
- Quien no vive en paz con Dios, no puede tener paz consigo mismo ni con los demás. - ¡Qué consolador resulta el Padrenuestro que resulta por la mañana y a la noche, qué gusto da pensar que tenemos en el cielo un Padre que piensa en nosotros!
- Un trocito de paraíso lo arregla todo.
- Del prójimo hay que hablar bien o callar.
- Es preciso tener como compañera inseparable a la paciencia.
- Piensa en Dios según la fe, del prójimo según la caridad, y de ti según la humildad.
- Perdona todo a todos, a ti no te perdones nada.
- El Señor siempre envía grandes socorros para las grandes necesidades.
- Déjate guiar siempre por la razón y no por la pasión.
- Hagamos el bien que podamos y no aguardemos la recompensa del mundo, sino solamente de Dios.
- Respeto a todos pero no temo a nadie.
- Las espinas de la vida serán las flores de la eternidad.
- Cuando se trata se servir a Dios, hay que estar dispuesto a sacrificarlo todo.
- Todo salesiano hágase amigo de todos, no busque nunca la venganza, sea fácil en perdonar.
- Sólo en el silencio concede el Señor sus gracias.
- Caridad, paciencia, dulzura, nunca reproches humillantes, nunca castigos.
- Hacer el bien a todos los que se pueda, y a ninguno el mal.

- El trabajo es un arma poderosa contra los enemigos del alma.
- Trabaja por el Señor, el paraíso lo recompensa todo.
- ¡Ay de quien trabaja esperando el pago del mundo!, el mundo es mal pagador y paga siempre con la ingratitud. Trabaja por amor a Jesucristo.
- Hay que trabajar como si no se debiese morir nunca y vivir como si se debiese morir cada día.
- Cuando un hijo abandona a sus padres para seguir la vocación, Jesucristo ocupa su lugar en la familia.